Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1983. Vol. (12).
La Junta de Gobierno
La perspectiva con que nuestra profesión contempla la experiencia escolar nos hace especialmente sensibles a la percepción de los problemas cualitativos de la enseñanza. No se trata sólo de que el ámbito de conocimientos y habilidades que son nuestro patrimonio profesional nos incline a lo cualitativo; se trata también de que la personal experiencia de inserción en el trabajo de muchos psicólogos les ha conducido, de modo casi inevitable, a la valoración de la calidad de la enseñanza: la mayoría iniciaron su contacto con la escuela ocupando, esforzadamente, los huecos que dejaba un enfoque exclusivamente cuantitativo de la política educativa.
El debate sobre la enseñanza estuvo dominado durante bastante tiempo por las alternativas posibles y necesarias para solucionar los problemas cuantitativos de la escuela -infraestructurales, económicos, sindicales, etc.-. La opinión pública, si no toda sí su mayor parte, ignoraba cualquier otro problema.
Un nuevo movimiento por la renovación pedagógica fue formando, contracorriente primero y más fácilmente después, una nueva opinión para la que el énfasis en los problemas cuantitativos de la política educativa no agotaba ni resolvía la cuestión. Los psicólogos escolares han sido parte, desde el comienzo, de este movimiento.
No es una casualidad que el peso de las ideas a favor de la renovación pedagógica haya crecido hasta convertirse en hegemónico. De las necesidades vividas por padres y profesionales y de las experiencias de la vida escolar y de su contacto con las demandas de la vida extraescolar han venido creciendo exigencias a la escuela imposibles de satisfacer si se margina un enfoque psico-sociopedagógico de la educación. De esas necesidades y de esas experiencias se han nutrido iniciativas hoy convergentes de padres y de las APAS, de educadores, maestros, pedagogos y psicólogos... La calidad de la enseñanza es hoy un problema de primer plano.
La Administración, con su inercia habitual, tardó tiempo en reconocerlo. En realidad no lo hizo hasta que los mecanismos democráticos no se pusieron en marcha, permitiendo renovar la dirección política de la enseñanza; hasta que las elecciones municipales y autonómicas dieron paso a nuevas autoridades al frente de áreas de la educación no hubo un primer reconocimiento oficial de la demanda social de renovación educativa.
Para entonces ya existía una enorme diversidad y riqueza de instituciones, asociaciones, gabinetes, de iniciativas privadas múltiples de vocación asistencial pública. Hoy sería injusto olvidar y menospreciar, en nombre de la distinción entre lo público y lo privado, tantas importantes experiencias surgidas en la difícil etapa de roturación de este campo de trabajo profesional. Ahora que las autoridades están tomándose en serio los problemas cualitativos de la enseñanza, como lo muestra el reconocimiento explícito de los movimientos de renovación pedagógica en la nueva ley promovida por el ministerio Maravall, no sería lógico echar en saco roto las experiencias acumuladas en todas aquellas iniciativas a la hora de coordinar y reorganizar los servicios existenciales y educativos.
Comienza una nueva fase. Es preciso abrir un debate que resitúe los objetivos de renovación pedagógica contando con las nuevas realidades: ¿qué problemas psico-socio-pedagógicas hay que abordar?, ¿cuál es el mejor camino -político, social, científico, metodológico- para resolverlos? ... Dada la complejidad del debate es de prever importantes diferencias entre distintos grupos, incluso entre distintas perspectivas profesionales: educadores, psicólogos, pedagogos ... Además de inevitables, tales diferencias son de desear; sería una lástima que la imprescindible coordinación de los servicios que la autoridad quiere y debe acometer diera lugar al silencio de algunos de los extremos de este debate. Coordinen servicios, -a veces excesivamente atomizados, solapados o repetitivos-, pero no silencien iniciativas enriquecedoras.
Según nuestros datos, hay más psicólogos escolares que psicólogos que se ocupen en cualquier otra área profesional: un 36 por ciento de nuestros colegas en este campo. Sus problemas tienen pues un interés fundamental en las actividades del Colegio. A darles la voz, a pedírsela, queremos colaborar con este número de Papeles del Colegio. Psicólogos.