Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1986. Vol. (27).
MARÍA LUZ RUBÍ CID
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta , especialista en temas de planificación familiar y sexualidad.
Una entrevista psicológica consiste en la conversación entre dos personas que tiene un objetivo concreto: El proporcionar ayuda a una de las dos, recibir o. dar información, resolver un problema en el que directa o indirectamente quedan implicados los individuos presentes. La entrevista, así considerada, tendría tres aspectos principales:
1) La elaboración de una relación de encuentro mutua, suponiendo la implicación recíproca de dos o más personas. Esta situación de encuentro y de implicación es innegable en las entrevistas de I.V.E.
2) La exploración del sentido de la situación-problema que la origina. No se trata sólo de considerar los hechos, sino de valorar su sentido, ya que este es determinante para la ulterior toma de decisión.
3) La preparación y toma de una decisión.
Son numerosos los contenidos emocionales (estructurales o no) presentes en una entrevista de I.V.E. La culpabilidad está siempre presente. La palabra "niño" no se pronuncia, solamente el neutro es utilizado: "Yo no puedo tenerlo", "¿Se ve en el momento de la aspiración?" ¿Cómo es este método?", a diferencia de la palabra embarazo que suele aparecer repetidamente a lo largo de la entrevista, como si la ausencia de una modificación corporal permitiera a estas mujeres enfrentarse mejor contra una realidad que es insostenible.
La idea de "falta" (pecado, culpa) está casi siempre presente en el discurso de la mujer: "sé que está mal lo que voy a hacer". Aparece así con mucha frecuencia la contradicción entre el deseo de tener el niño/a y las exigencias de la realidad. Como ya hemos anticipado en la primera parte de este trabajo, la culpabilidad es una variable crucial a la hora de determinar los factores de riesgo psicológico tras la I.V.E. así como para la repetición de tales demandas.
Una cuestión crucial es si una sola entrevista permite intervenir en una situación problema en la que inciden tantos determinantes. ¿Por qué tanta urgencia? ¿Se trata sólo de la utilidad social inmediata, o además debe cubrir una finalidad cara al individuo?.
La entrevista obligatoria permite mantener el estatus de acto grave conferido a la I.V.E., y supone a la vez la explicitación del control social. Un control que posiblemente estaría destinado a configurar una nueva imagen de la maternidad, en la que se valoran más los nacimientos deseados y controlados por los progenitores, y a reducir el costo social que suponen las situaciones familiares en crisis o marginales.
A través de ella se trataría, pues, de instaurar las bases de una nueva moral fundada en la responsabilidad y la utilidad. la sexualidad y la reproducción no serían tabúes per natura, sino que estarían debidamente reglamentadas, apelando a procedimientos de gestión, tanto individual como social.
¿Qué importancia tiene en todo esto la individualidad de la persona que tenemos enfrente durante la entrevista? ¿Se trata de un lugar de control o de un posicionamiento en liberta & La entrevista de I.V.E. debería ser todo eso a la vez: Un punto de partida para una relación de poder en sí, pero que considera e incluye la ambivalencia como factor decisivo, motor vital, en torno al cuestionamiento acerca de la significación del aborto que toda entrevista contiene. Podemos afirmar con datos de nuestra propia experiencia, que se constatan igualmente en los trabajos revisados, que casi ninguna mujer entrevistada ha podido o querido escapar a este sentido de llamada, de signo de algo, que constituye la I.V.E. Cualesquiera que sean sus actitudes (agresividad, justificación, explicaciones, etc.), o los motivos que exponga concernientes a la decisión de interrupción del embarazo (socio-económicos, conflictos emocionales, fracaso del método anticonceptivo, rechazo del hijo), estas mujeres "no comprenden lo que les ha pasado", "algo se les escapaba", algo en definitiva queda abierto. ¿Qué sentido dar, pues, a este embarazo que no se desea continuar? ¿De que complejidad se hace eco? Este es, en nuestra opinión, el objetivo fundamental de la entrevista del I.V.E.: El acompañamiento profesional de una reflexión argumentada, basada sobre un espacio distinto que el fracaso y la culpabilidad, donde la mujer aceptaría el riesgo, puesto que ella se otorgaría a sí misma el derecho a hablar y a enfrentarse a su propia ambivalencia, a su deseo y a su realidad como mujer.
La I.V.E. plantea un cierto número de interrogantes que la relación de consejo no debe esquivar. Pone en juego zonas fundamentales de la estructura de la personalidad, particularmente las que se refieren a la maternidad, relación de la pareja y la sexualidad. Esta situación permite poner en evidencia algo que la sociedad tecnologizada pretende ocultar: que la transmisión de la vida escapa completamente o particularmente a aquellos que la transmiten. Un embarazo no tiene por que ir acompañado necesariamente del deseo de maternidad, y muchas veces no es sino la expresión del deseo de verificación de una fertilidad potencial o la expresión de una verificación de una fertilidad todavía posible en la mujer. Puede ser también la expresión de un deseo dirigido hacia el compañero o de un desinvestimiento, de un duelo de la relación.
Ya hemos señalado antes que con frecuencia se intenta hacer de la contracepción la panacea que permitiera evitar el aborto. La eficacia de la contracepción depende de su eficacia real, su inocuidad (pensemos en las campañas pro o anti-píldora, en las contradicciones que aparecen entre los trabajos científicos), pero pocos trabajos serios se han realizado sobre la aceptación psicológica de los anticonceptivos. Con frecuencia se afirma que una contracepción "bien planificada" evitaría todo recurso al aborto: La mujer no tendría más que tomar su píldora. Sin embargo se olvida que las resistencias psicológicas pueden a veces obstaculizar un comportamiento contraceptivo adecuado; se olvida que la prescripción de la contracepción se juega en una escena donde están presentes muchos actores: el médico, la mujer, el compañero (a menudo ausente) y el niño que como el bridge juega el papel del muerto.
En la I.V.E. entran también en juego factores sociales que van a determinar de una manera histórica y precisa en la cultura, el estatus del niño y de la imagen que de él se hace. Es en este punto donde más claramente aparece la influencia del desarrollo económico y social (desempleo, dificultades económicas, vivienda, presión familiar, cultural, etc.). El poder hablar de todas estas dificultades, y el descifrarlas, puede hacer que funcione la relación de ayuda psicológica que pretende instaurar la entrevista. Toda toma de conciencia es eficaz siempre que surja del propio sujeto entrevistado, y no como consecuencia de la presión sugestiva exterior.
¿Cuál es la principal ayuda que solicita la mujer que acude a una entrevista? A menudo nos pide que sea entendida su angustia, una angustia que no se ciñe a las definiciones simplistas que pueden darse. La I.V.E. se inscribe en la existencia de la mujer como una expresión más de su soledad como persona. El papel fundamental que la mujer pide del psicólogo/a es que sea una presencia que acompañe, que reconozca al otro como persona independiente, que pueda escuchar sin querer a toda costa tratar de comprender, de interpretar, o lo que es más frecuente, de juzgar. La entrevista debería convertirse en el lugar donde podría reconocerse la complejidad, la ambivalencia y la contradicción (fundamento y motores de toda existencia).
5. LA PREDICCION DEL RIESGO PSICOLOGICO ANTE LA I.V.E.
Ya hemos ido introduciendo desde diversas perspectivas los principales factores de riesgo psicológico ante, en y posteriores a la I.V.E. En lo que sigue nos centraremos en la viabilidad de utilizar métodos específicos para predecirlos.
Lask, en el estudio ya citado (1975) extrajo los siguientes indicadores de riesgo respecto de posibles secuelas emocionales y/o psicopatológicas del aborto: Ser multípara, abandono por parte del compañero, venir de un país extranjero, tener de 21 a 30 años, historia anterior de trastorno psiquiátrico, trastorno psiquiátrico actual, la ambivalencia -intensa o moderada- hacia la I.V.E. las orienta el mayor valor predictivo hacia los efectos negativos del aborto en la influencia de las actitudes que muestren hacia la I.V.E. las personas que están en el entorno inmediato de la mujer. Lask elaboré la primera escala para predecir el riesgo psicológico del aborto.
Un estudio ya clásico sobre los factores predictivos de la respuesta emocional ante el aborto es el de Beisey (1977), quien hizo un seguimiento con 360 mujeres inglesas, realizando entrevistas y aplicando un cuestionario antes de la realización del aborto legal durante el primer trimestre del embarazo, así como 3 meses después del mismo. Sus datos muestran claramente como sólo un pequeño número de mujeres muestran signos característicos de trastorno emocional después del aborto, y que en ellas era mucho más probable la presencia de signos previos tales como: Historia psicosocial inestable, vínculos familiares empobrecidos o ausentes, escaso número de amigos, y deficiente adaptación laboral. Belsey sugiere la utilización de estos criterios, junto a otros signos clínicos, para decidir si la mujer necesita de un mero asesoramiento rutinario antes del aborto, o bien de un asesoramiento psicológico en profundidad.
Pariser, Dixon y Thatcher (1978), en los Estados Unidos, han descrito las características de la consulta psiquiátrica adecuada a la demanda de aborto, describiendo como los mayores riesgos se presentan en las adolescentes célibes o abandonadas que se encuentran con la oposición de la madre o de sus ideas religiosas, y/o ambivalentes respecto de su deseo de maternidad.
Desde el estudio de Carlson y La Barba (1979) queda suficientemente claro que la Ansiedades la principal condición psicológica que influye de manera determinante en los diversos trastornos que afectan al embarazo, aborto, y problemas peri y post-natales. No es menos cierto que en dicho estudio queda igualmente claro la dificultad para utilizar la ansiedad como predictor diferencial de la incidencia de unas u otras complicaciones específicas. Es probable que nuevas investigaciones permitan aclarar este aspecto, bien a través de la distinción entre nivel de la ansiedad y su contenido cualitativo.
Entre los métodos utilizados con frecuencia para valorar el riesgo psicológico está el MMPI. Este cuestionario ha sido utilizado también para describir las características psicológicas de las mujeres que demandan repetidamente la I.V.E. (Lang et. al., 1980), habiéndose constatado un perfil caracterizado por tendencias psicóticas y psicopáticas en las mujeres más jóvenes (adolescentes y jóvenes), pero no en las de más edad.
Gibb (1984) ha estudiado la incidencia de ciertas dimensiones de personalidad, tales como Lugar de Control (Locus of Control) e Impulsividad en aquellas mujeres que realizan demandas repetidas de aborto y en las que utilizan adecuadamente los métodos anticonceptivos. Aunque sus resultados necesitan de replicación ulterior si aparece consistente que tales dimensiones pudieran jugar un importante papel discriminativo para identificar a aquellas mujeres que presentan más riesgo de solicitar en el futuro nuevos abortos.
Reuniendo estas sugerencias, y las derivadas de nuestra experiencia y de la revisión de algunos de los trabajos de investigación más relevantes, hemos preparado un breve cuestionario (véase el cuadro 1) para la recogida de la información relativa a las principales variables de riesgo, destinado a facilitar su exploración, y siempre entendido como pauta orientativa para que el profesional (psicólogo o no) que realiza la entrevista a la mujer, estructura sus datos e impresiones, pudiendo facilitarse así estudios ulteriores. Queda claro que no se trata de un cuestionario para ser cumplimentado por la mujer, ya que se trataría entonces de una tarea lesiva, que desnaturalizaría totalmente el sentido preventivo de la exploración, y el verdadero propósito que debe tener la entrevista previa a la I.V.E., según hemos expuesto anteriormente. Puede ser por el contrario una pauta para que los numerosos profesionales que inciden actualmente en este campo ordenen sus datos y ello permita que en España se pueda empezar a disponer de información útil sobre las principales variables consideradas. Ver Cuestionario.
Queda para otro trabajo el considerar y analizar la abundante casuística existente en España, una vez sometidos a análisis la infinidad de datos dispersos que hasta el presente constituyen la experiencia de los numerosos profesionales que atienden a priori o a posteriori las situaciones de I.V.E.
Un último aspecto que queremos destacar, dentro de esta estimación del riesgo psicológico ante la I.V.E., es el efecto que la I.V.E. y su contexto tienen sobre el equipo de profesionales que trabajan en el asesoramiento, seguimiento o intervención con las mujeres que lo demandan y realizan. Such-Baer (1974) realizó un trabajo pionero al respecto y muy interesante por algunas de las relaciones observadas. Sus datos muestran como los profesionales que trabajan en los distintos niveles de intervención con la I.V.E. (Médicos, Psicólogos, Asistentes Sociales, ATS, Auxiliares, etc.) cambian sus actitudes ante el aborto, las orientaciones que dan sobre el mismo, y desarrollan reacciones de estrés psicológico peculiares, en función tanto de las características del contexto y métodos con los que trabajan, como de variables personales, entre ellas las motivaciones en base a las que acceden a dicho trabajo. La prevención y promoción de la salud ha de considerarse también cara a tales profesionales, sobre los que todavía se ejerce una fuerte presión, tanto desde lo social como desde lo ideológico-moral subjetivo. La adecuada formación, entrenamiento y asesoramiento, puede paliar -si no reducir completamente- el estrés psicológico y la tendencia a la distorsión e ideologización-que con frecuencia se puede observar en ellos.
Finalmente, y a modo de conclusión, señalar nuestra convicción de que la intervención Psicológica que puede efectuarse ante las demandas de I.V.E. supone una aproximación que cambia cualitativamente las condiciones en las que tal acto (individual y social) se realiza, permitiendo que en oposición a una perspectiva social que castiga (directa o indirectamente) a la mujer por asumir una decisión sobre su ser persona, se construya un espacio en el que pueda optar a una elección en la que afirme su condición de ser humano en contradicción y cambio, con derecho a ser acompañada en el recorrido que ella, tras reconsiderarlo, desee efectuar.
Notas:
(1) O.M.S. "instrucciones y asistencia en cuestiones de sexualidad humana: Formación de profesionales de la salud". O.M.S. Ginebra. 1975.
(2) La Culpabilidad referida a la sexualidad fue medida en este estudio mediante una subescala del Mosher Forced-Choice Guilt Inventory and Sexual Knowledge Survey.
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