Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1982. Vol. (2).
María Luisa Ortega Alvarez
Pertenezco a la promoción de 1980, y con la perspectiva que me otorgan estos dieciséis meses de licenciada quiero exponer una serie de consideraciones al respecto.
Me refiero, al impedimento que existe para una completa incorporación a nuestra identidad profesional. Lógicamente, un recién licenciado no se siente ni actúa como un psicólogo. Creo que es necesario un proceso de postgraduación durante el cual se consiga la base de experiencias que proporcionen la identidad de psicólogo.
Identidad profesional.
Los sociólogos denominan proceso de socialización profesional al hecho del aprendizaje de roles, valores, responsabilidades y actitudes que se reputan importantes y apropiadas para una profesión. Cuando estas, conductas son asimiladas con éxito, el joven profesional adquiere una autoimagen de competencia y de adecuación, siendo reconocido y aceptado por su clase profesional.
Por supuesto, no hay aula o libro de texto en que pueda aprenderse esta identidad profesional ya que las actitudes y conductas que deben incorporarse raramente son explícitas. Se captan, pero no se enseñan¡ Se aprenden durante las actividades profesionales, tales como su ejercicio, reuniones, discusiones y conversaciones.
Creo que los factores que contribuyen a la formación de una sólida identidad profesional son el desarrollo de relaciones personales intensivas y extensivas con los profesionales de tu medio. Siendo necesarios contactos permanentes con colegas y profesores psicólogos.
A medida que el nuevo psicólogo se comunica con la comunidad psicóloga participa en las actividades profesionales, tales como reuniones, investigaciones, artículos en publicaciones profesionales, etc. Entonces el psicólogo está totalmente "socializado" y en disposición de llevar a cabo una carrera con éxito y seriedad. Dicho de otra forma, la existencia de una fuerte identidad ocupacional que proporcione un íntimo sentido de competencia da paso a una carrera productiva y creativa.
Si todo esto es válido y aceptado para cualquier otra profesión, para la nuestra, la de psicólogo, debería de plantearse la forma de llevar este proceso a una realidad. Pienso que los psicólogos, por lo menos en España, somos unos teóricos con muy poca experiencia en "el hacer".
Pregunto, ¿cómo se aprende? "a hacer". Sí ya sé que muchos me contestarán que cada uno aprenda por sus propios medios como ellos lo hicieron. Me parece que este tipo de aprendizaje mediante ensayo error no es muy adecuado porque los elementos con los cuales se suele "ensayar" en el ejercicio de nuestra profesión son individuos, personas.
Si básicamente la cultura consiste en modelos o patrones de conocimiento y de conducta que han sido socialmente aprendidos nos encontramos que otras profesiones liberales como la medicina, el derecho o la arquitectura por citar las mas representativas, ofrecen por mediación de sus profesionales en ejercicio, oportunidades a los recién licenciados para completar su formación a nivel práctico.
¿Alguien puede pensar que mediante una explicación o un libro de texto se puede saber auscultar. Opino que para conseguirlo es necesario, un instrumento (el fonendoscopio), un sujeto a quien auscultar y "el estar" junto a otro colega con experiencia, que será quien confirme o corrija aquello que se ha oído". El patrón de conocimiento ya se adquirió, pero ahora es necesario aprenderlos patrones de conducta mediante el proceso de socialización profesional.
Recuerdo haber leído la siguiente anécdota en un artículo de A. Bandura, respecto a un granjero solitario que decidió comprar un loro para tener compañía. Se pasó largas veladas intentando enseñar al loro a decir la frase: "Di tío". Pero por mucho que el pobre granjero lo intentó, el toro no dio ninguna respuesta, así que el granjero decidió tomar un palo y golpear en la cabeza del loro después de cada negativa de éste a pronunciar la frase deseada. Como este segundo método tampoco tuvo éxito, el granjero cogió al loro y lo metió en el gallinero. Pasado algún tiempo, el granjero oyó un gran alboroto en el gallinero y al ir a ver que pasaba, descubrió que el loro estaba fustigando en la cabeza a las asustadas gallinas con una vara y gritando, '¡Di tío!, ¿Di tío!".
No sé si lo he conseguido, pero mí intención ha sido plantear la necesidad acuciante de llenar esta laguna. Desde estas líneas lanzo un llamamiento a los profesionales concienciados para que nos tendáis la mano a los que empezamos y queremos o intentamos hacer del ejercicio de nuestra profesión algo serio y efectivo. Y este "saber hacer", no podemos aprenderlo asistiendo a un "cursillo" detrás de otro.